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agosto 26, 2025

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Jesús Dillon: “Somos guardabosques de la Sierra Madre Oriental”

Hace 13 años nació Amigos de la Sierra, asociación integrada por empresarios, lugareños y voluntarios de Nuevo León y Coahuila que protegen a la Sierra Madre Oriental, gigante vital del noreste mexicano.

Por

Jesús Dillon

Basta con que una ligera fumarola se asome por alguno de los cañones de la Sierra Madre Oriental para que los Amigos de la Sierra se pongan en marcha. No son bomberos ni soldados, son vecinos, empresarios y voluntarios unidos que cuidan el bosque como su hogar.

Enlazados por equipo de radiocomunicación, saben bien que en cada incendio está en juego algo más que árboles. Nada menos, el agua, la vida y el futuro de todos.

La asociación tiene presencia en Coahuila y Nuevo León

“Somos guardabosques, prácticamente esa es nuestra función”, dice Jesús Dillon, Presidente actual de Amigos de la Sierra, asociación que realiza acciones puntuales contra incendios, plagas y deterioro ambiental.

En un País donde las autoridades no dan abasto para cubrir los incendios forestales, Amigos de la Sierra ha logrado contener el 90% de los siniestros que se presentan en su zona de acción.

Privilegio y responsabilidad

La agrupación se constituyó formalmente el 10 de febrero de 2012, por iniciativa de un grupo de vecinos, empresarios y amantes de la naturaleza. Hoy la integran 180 socios, avecindados en Coahuila y Nuevo León. La cobertura abarca la zona serrana de Saltillo, Arteaga, Ramos Arizpe, Santiago, Galeana y Santa Catarina.

La sierra que defienden no es cualquier paisaje. Su altitud, clima y biodiversidad la convierten en un refugio ecológico  y en la principal fuente de agua para las comunidades de la región.

“Mientras en la Ciudad hay 40 grados, allá tenemos 25. Es un privilegio vivir cerca de este ecosistema, pero también una responsabilidad”, dice el Presidente.

Amigos de la Sierra trabaja bajo tres líneas estratégicas: prevención y combate de incendios, restauración de ecosistemas y educación ambiental. La primera es urgente: el fuego, potenciado por el cambio climático y la actividad humana, ha devastado miles de hectáreas en la última década. En 2021, un incendio arrasó más de 15 mil hectáreas. A partir de ahí, la organización duplicó sus esfuerzos.

Su estrategia combina brigadas comunitarias, monitoreo satelital, alianzas con autoridades y capacitación constante. Además de la contención de incendios, han reforestado 500 hectáreas y plantado más de medio millón de árboles, en colaboración con voluntarios, empresas y dependencias.

La meta anual es plantar 100 a 120 mil árboles nativos, comenta.

Sembrar no basta: se instalan barreras con troncos y piedras para retener la materia orgánica que da vida al suelo. “Si no lo haces, el bosque se tarda más en recuperarse”, asegura.

“Después de un incendio, el reto es evitar que la lluvia se lleve la capa fértil del suelo. Por eso colocamos troncos, hacemos terrazas, sembramos especies nativas. El bosque tiene la capacidad de regenerarse, pero hay que ayudarlo”, explica Jesús.

Pero no solo el fuego amenaza a la sierra. “Hay un gusano descortezador que nos está afectando… Ves un árbol bien bonito que te encanta, y a los dos o tres días está seco”, explica Jesús.

Alianzas para crecer

En cuanto a la restauración de la biodiversidad, la organización monitorea fauna con cámaras trampa, detecta plagas y promueve corredores ecológicos. Ecosistemas únicos, como los hábitats de la cotorra serrana y el pino enano, dependen de la salud del bosque.

 “Tenemos identificados bosques intactos que estamos cuidando para asegurar la recarga de acuíferos”, dice.

Proteger el bosque también implica trabajar con las personas. Amigos de la Sierra lleva talleres de educación ambiental a primarias y secundarias, promueve excursiones a su centro “La Jacinta” y forma a docentes en temas forestales. 

Asimismo, colaboran con universidades, investigadores y empresas socialmente responsables.

La organización también impulsa el ordenamiento territorial y la vigilancia ciudadana para evitar fraccionamientos ilegales, tala clandestina o turismo sin control. Cada socio cuida una zona específica, establece rutas de acceso y coordina brigadas. Algunos viven ahí todo el año, otros suben los fines de semana. 

Jesús dice que todos comparten una consigna: “Dejar la sierra mejor de como la encontramos”, señala.

Trabajo en conjunto

Jesús, amante de la naturaleza desde niño, se unió a la causa en el 2017 y el año pasado asumió la presidencia, por un periodo de dos años. Dice que en los últimos años ha visto una mejora en la coordinación con autoridades y mayor conciencia ambiental entre los habitantes. Aun así, reconoce que los desafíos persisten.

“El cambio climático no da tregua. Vemos más sequías, más incendios, más plagas. Pero también vemos más gente sumándose, más niños sembrando árboles, más comunidades defendiendo el bosque”, afirma.

Y ese, al final, es su mayor logro: demostrar que la protección ambiental no es tarea exclusiva del gobierno o las ONG internacionales. Que una comunidad organizada, comprometida y conectada con su territorio puede hacer una diferencia real.

“La sierra tiene mucho que enseñar. Se regenera después del desastre. Da sombra, da vida, da agua. Pero no se cuida sola”, advierte.

El llamado es claro: involucrarse. “En su colonia, en sus parques, sembrar un árbol, cuidar los ríos, no tirar basura. Si todos cuidamos, es un ganar-ganar”, asegura.

A los empresarios también les hace una petición: “Si pueden apoyar con recursos o involucrar a sus trabajadores, que lo hagan”, añade.

Porque si alguien necesita más amigos, es la sierra. 

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