En el corazón del norte de México, donde el sol pega fuerte y la tierra forja carácter, nació un luchador de espíritu inquebrantable: Paulino Agustín Siller Solano, mejor conocido en el mundo de las artes marciales mixtas como “El Cuate”.
No solo es un nombre que impone respeto en el octágono, también es símbolo de perseverancia, disciplina y de cómo convertir el dolor en propósito.
Hoy, a sus 27 años y con una carrera que comenzó en 2015, Paulino no solo se ha forjado como un peleador profesional con un récord de 15 victorias y solo 3 derrotas, sino como un entrenador personal comprometido en compartir su experiencia y motivar a otros a superar sus propios combates internos.
“Entré al gimnasio por miedo, pero también con esperanza. Sufría bullying en la secundaria y sentía que debía aprender a defenderme… pero no sabía que ese miedo sería la chispa que encendería todo”, recuerda con sinceridad.
Los inicios de una pasión
La primera vez que pisó un gimnasio de pelea, Paulino sintió algo muy cercano a la felicidad. “Me emocionaba mucho, aunque también sentía miedo. No sabía qué me esperaba. Pero fue ahí donde encontré una versión de mí que nunca imaginé.”
Fue su primer entrenador, Toño Cepeda, quien le dio el apodo que hoy lo identifica en cada evento y cartel: “El Cuate”, por tener un hermano gemelo.
Para Paulino, ese nombre representa más que una anécdota; es un recuerdo constante de sus inicios, de su esencia. “Sigo siendo el mismo, aunque haya crecido como peleador.”
Golpes que enseñan más que victorias
No todo ha sido gloria. En 2018, sufrió una fuerte contusión que lo obligó a alejarse por un tiempo de los entrenamientos. Ese periodo lo marcó profundamente: “Me sentía vacío. Fue entonces cuando entendí que esto no es solo un deporte para mí, es parte de mi vida.”
Esa pausa, lejos de frenarlo, lo reafirmó. Porque cada caída, cada derrota –como aquella amarga del 2023, cuando estuvo tan cerca de cumplir sus metas– ha sido una lección que fortalece.
“Estar tan cerca y caer… fue devastador. Pero también fue el empujón que necesitaba para empezar de nuevo, con más hambre que nunca.”
Forjado en Muay Thai, impulsado por familia
Aunque ha entrenado diversas disciplinas, fue el muay thai el que más lo formó, tanto en lo personal como en lo deportivo.
Esa conexión profunda con la técnica y la tradición le dio equilibrio, fuerza y dirección. Y en cada etapa, su familia y amigos han estado ahí, impulsándolo a dar lo mejor: “Siempre han tratado de ayudarme a buscar lo mejor. Me han sostenido cuando más lo he necesitado.”
Al subirse al octágono, Paulino se transforma. Pero no en otro… sino en su versión más auténtica:
“Ahí soy yo. Me desconecto de todo, pienso en mi familia, en lo que he trabajado, y lo dejo todo. Me persigno, me digo que soy el mejor, y que vamos a dar un gran show.”
Un cinturón pendiente, un sueño latente
Compitiendo en la categoría de 125 lbs, una de las más rápidas y técnicas del país, Paulino se ha ganado el respeto de su comunidad y rivales. Ha peleado por dos cinturones que aún se le escapan, pero la fe y la constancia lo mantienen firme: “Estoy decidido: la tercera será la vencida.”
Cuando no está en campamento, entrena a otros en clases matutinas y vespertinas, compartiendo su camino y guiando a quienes empiezan el suyo.
Y para aquellos jóvenes que sueñan con pelear, pero no saben por dónde empezar, tiene un mensaje claro y honesto:
“Que nunca se rindan. Aférrense a sus sueños. Va a haber momentos duros, días oscuros… pero nada dura para siempre. Disfruten el proceso. Ahí está la magia.”
Conoce a Paulino Siller. Conoce al Cuate.
Porque más allá de las jaulas y los guantes, su historia nos recuerda que los verdaderos campeones no nacen en el podio, sino en los silencios, en las luchas internas y en esa voz que te dice que no te rindas, aunque nadie más crea en ti.
Paulino sigue escribiendo su historia, una pelea a la vez. Y lo mejor, está por venir.
