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septiembre 1, 2025

Hacienda Florida en General Cepeda: la historia de Salomón Abedrop y su legado en el vino mexicano

Descubre cómo Salomón Abedrop convirtió Hacienda Florida en un referente del vino mexicano desde Coahuila.

Por

Salomón Abedrop y su legado en el vino mexicano
Salomón Abedrop y su legado en el vino mexicano

Entrevista y producción: Constance Cifuentes

Fotos: Pablo Hurtado, The Lab

Asistente de fotografía: Alejandro Almaraz

Diseño: Amauri Solís

BTS: Lily Quirino

Locación: Hacienda Florida

A poco más de una hora de Saltillo, en General Cepeda, Hacienda Florida se despliega bajo un sol que brilla sobre las parras. Allí nos recibió Salomón Avedrop con una copa de vino rosado, para compartir la historia de una vida marcada por la familia, el compromiso y el amor por el vino mexicano.

Era un lunes al mediodía cuando cruzamos la entrada de Hacienda Florida, en General Cepeda, Coahuila. El sol, en lo alto, hacía brillar las parras en calma, esas que pacientemente se preparaban para dar las gotas de la felicidad. El aire cálido acariciaba la tierra seca y prometedora, una tierra que años atrás Salomón Avedrop López decidió transformar.

Nos recibió con una sonrisa serena y una copa de vino rosado en la mano. Durante toda la entrevista, Salomón no dejó de disfrutar ese vino que parecía acompañar cada palabra, cada recuerdo. El viñedo se desplegaba a nuestro alrededor, y entre barricas y filas de uvas, comenzamos a adentrarnos en la historia de un hombre que con 70 años ha vivido una vida plena, marcada por valores firmes, la unidad familiar y un amor profundo por la tierra.

“Mi infancia en Saltillo fue muy bonita”

Nacido en Saltillo, Salomón es el segundo de ocho hermanos. Mientras compartía con nosotros su historia, su mirada se iluminaba con la nostalgia de los días de juego y libertad en las calles empedradas de la ciudad.

“Mi infancia fue muy bonita porque me desarrollé en un ambiente de mucha familiaridad”, nos dijo con una sonrisa suave. “Aunque éramos muchos, viví una etapa muy linda de Saltillo. Jugábamos todo el día, siempre en bicicleta, en la calle. Fueron momentos llenos de alegría y libertad”.

Esa unión familiar, cimentada por sus padres, fue la base sólida que moldeó su personalidad. “Lo más importante para nosotros fue el valor de la familia, la integración y la amistad entre todos. No solo éramos familia, éramos amigos”.

Su padre, banquero de profesión, era un hombre que valoraba la unidad familiar como un tesoro. La madre, en cambio, se convirtió en el pilar indiscutible cuando quedó viuda a los 27 años de Salomón. Fue ella quien, con fuerza y amor, sacó adelante a la familia.

La brújula que guía

“La familia para mí fue guía”, dijo con solemnidad. “Mi padre me impulsó siempre, me orientó para estudiar y perseguir mis sueños. Cuando él falleció joven, un tío se convirtió en mi guía y gran amigo. Me enseñó mucho y me apoyó en decisiones importantes”.

Esa figura paterna, aunque ausente físicamente, permaneció viva gracias a la sabiduría transmitida y el apoyo incondicional que recibió. La familia fue para Salomón un refugio y un motor para crecer.

Un sueño entre medicina, canto y números

Cuando le preguntamos por sus primeros sueños, Salomón sonrió con cierta diversión. “Quise ser cardiólogo, de verdad. Me fascinaba la idea de ser doctor para ayudar a las personas”. Pero también pensó en ser cantante, impulsado por la idea de ganar mucho dinero, algo que le parecía atractivo en la infancia.

Sin embargo, su talento natural para las matemáticas y la física lo encaminó hacia la ingeniería. “Quise estudiar ingeniería industrial, pero estaba cerrada, así que opté por ingeniería mecánica administrativa en el Tecnológico de Monterrey”. Más tarde, descubrió que su inclinación estaba más en las finanzas que en la ingeniería en sí, por lo que terminó estudiando economía.

Aunque hoy es un hombre profundamente vinculado a la tierra y al vino, curiosamente, ningún miembro directo de su familia se dedicaba a la agricultura, salvo su abuelo materno, quien tenía un rancho en la zona de Navidad. “Mi abuelo sembraba papa y otras cosas, pero esa tradición agrícola no se transmitió en la familia”.

Hombre de números, finanzas y proyectos públicos

Con claridad recuerda el momento en que fundó Asesoría Técnica y Financiera SSC, en 2008, aunque la semilla de ese proyecto se había sembrado mucho antes.

“Después de graduarme, trabajé un año en la Secretaría de Hacienda en la Ciudad de México, en planeación y finanzas”, relató. Regresó a Saltillo para emprender con una empresa de limpieza industrial que creció hasta tener presencia en varias ciudades del norte.

“La crisis de 1994 terminó con ese negocio”, recordó sin perder la calma, mientras explicaba cómo ese golpe marcó un antes y un después en su carrera. Invitado por Rogelio Montemayor, su maestro, colaboró en campañas políticas y posteriormente en el gobierno del Estado, donde permaneció 15 años.

Su experiencia en finanzas e hidráulica le permitió coordinar grandes proyectos públicos y privados de infraestructura hídrica, muchos de los cuales siguen vigentes y son reconocidos por su impacto y sostenibilidad.

El gran reto: la Comisión Nacional del Agua

En 2012, Salomón dio un salto decisivo al ser invitado a la Comisión Nacional del Agua (Conagua) durante el sexenio de Peña Nieto.

“Mi gran reto fue cuando me nombraron subdirector general, responsable del manejo de ríos, presas y riego a nivel nacional”, recordó con orgullo. “Es un manejo muy delicado que exige atención constante”.

Con un equipo de confianza, lograron sacar adelante muchos proyectos importantes para el desarrollo sustentable de México. Fue un periodo que exigió todo su conocimiento, pero también su capacidad para liderar con visión y compromiso.

El nacimiento de Hacienda Florida

Pero la historia más apasionante estaba por comenzar en su propia tierra. Lo que en un inicio fueron 80 hectáreas dedicadas a nogales comenzaron a enfrentar un problema grave: la escasez de agua.

“Quité 20 hectáreas de nogales y empecé a plantar chile chilaca, pimientos y cilantro para generar ingresos mientras los nogales maduraban”, explicó. Sin embargo, la inseguridad y el descontrol hicieron que el proyecto agrícola ya no fuera viable.

Por casualidad, un vecino le mostró una botella de vino que despertó su curiosidad. “Mandé a hacer estudios del agua, la tierra y el clima. Decidimos que esta era una gran tierra para plantar viñas”.

Guiado por expertos de Casa Madero, en 2011 comenzó a plantar las primeras cepas, emprendiendo un cambio radical que marcaría un antes y un después en la vitivinicultura de la región.

El primer vino: la cosecha que marcó un antes y un después

La primera cosecha llegó en 2014. “No fue perfecta, el clima y las temperaturas fueron un reto,” confesó, pero la emoción de probar ese primer vino fue indescriptible.

“Sentí que tenía una criatura en mis manos, una botella que era mía”. A partir de ese blend inicial, que combinaba Cabernet Sauvignon, Shiraz y Mourvèdre, comenzaron una serie de ajustes y mejoras que posicionaron a Hacienda Florida en el mapa del vino mexicano.

En 2016 ganaron su primera medalla, reconocimiento que abrió las puertas a premios internacionales y les impulsó a perfeccionar sus procesos constantemente.

Con cepa de corazón

Salomón no es solo un empresario; es un hombre que sabe escuchar la tierra, el tiempo y la familia. Su paso por la administración pública y sus emprendimientos agrícolas reflejan un liderazgo con cepa de corazón.

“Lo que hacemos aquí es trabajo en equipo”, explicó mientras giraba la copa de vino rosado en sus manos. “Yo vengo con la enóloga, ella me presenta las nuevas etiquetas y las probamos juntos con su equipo”.

Es un ritual que va más allá de la degustación; es una cátedra de paciencia, criterio y colaboración. “Ella sabe lo que hace, pero lo más emocionante es cuando nos invita a probar vinos listos o casi listos”.

El tiempo y la espera son aliados indispensables. “Antes, cada fiesta de vendimia presentábamos etiquetas nuevas y se acababa el vino del año anterior. Pero la pandemia trastocó todo. Ahora podemos dejar una gran reserva y cuidar de cada botella.”

Han ampliado su abanico de productos, lo que se nota, les da un orgullo enorme.

El agua, el oro líquido de Coahuila

En medio de un desierto, el riego es crucial. Pregunté sobre su método. Salomón sonrió con orgullo técnico y explicó: “Todo es por goteo, intensivo y con tecnología avanzada, lo más moderno del mundo”.

Desde los pozos hasta un tanque que parece un gigante de ferrocarril, el agua se administra con precisión quirúrgica. “Hay contenedores con químicos y fertilizantes, y una bomba automática abre y cierra los puntos de riego.”

“Cada línea de viñedo tiene un gotero cada 50 centímetros, soltando gotita a gotita”.

Es un sistema exacto, pues “el exceso de agua se pierde, la planta no la recibe. Necesita un poquito cada día.” Esa delicadeza con la naturaleza es parte del alma del vino que aquí se produce.

Protector del líquido morado

Asumir la presidencia del Consejo Vitivinícola Mexicano fue para Salomón un compromiso que tomó con mucha seriedad. “Ya voy en mi segundo periodo, y la labor principal ha sido mantener unida la industria”, comentó.

El crecimiento del consejo, de 300 a más de 400 afiliados, habla de su trabajo constante, aunque aún hay resistencia por costos en pequeños productores. “El consejo representa todas las vocaciones de la uva: productores de vino, jugo, uva de mesa. La mayoría somos productores de vino”.

En la escena global, el vino mexicano enfrenta una competencia difícil contra importaciones subvaluadas. “La gran lucha es posicionar el vino mexicano”, enfatizó. “Por eso registramos la marca ‘vino mexicano’. Cada botella con ese sello garantiza calidad y origen”.

Los resultados hablan: “Desde 2017, el vino mexicano es el preferido por los consumidores nacionales. Representa el 39% de las botellas abiertas en México, superando a España, Chile y otros países”.

Un salto enorme, si se considera que hace 20 años el consumo per cápita era apenas 225 ml y ahora es de litro y medio. “¡Más de seis veces!”, exclamó.

Coahuila: tierra, clima y sabor

Sobre lo que distingue a los vinos coahuilenses, Salomón fue contundente: “La tierra y el clima. La variación térmica de hasta 25 grados entre el día y la noche hace que la planta concentre azúcar y sabor”.

Resaltó que, aunque Baja California y Querétaro tienen fortalezas propias, Coahuila destaca por sus tintos robustos y con gran personalidad.

“El vino que hacemos aquí mantiene consistencia año con año. Eso nos ha ganado respeto internacional. En 15 años, hemos obtenido casi 3,000 medallas, 1,400 de ellas de Coahuila”.

“Compromiso y pasión a toda prueba”

Sobre su reelección como presidente de la asociación, Salomón habló con orgullo y compromiso:

“Estoy contento. El cargo me ha dado oportunidad de conocer productores de todo México y aprender de países como España, Francia, Italia, Argentina y Chile”.

Con visión de futuro, contó que están trabajando en formación profesional: maestrías, diplomados y programas de intercambio con España. “Aunque tengo otros negocios, el 75% de mi tiempo se lo destino al vino,” confesó.

El amor por la tierra, la vid y la gente se refleja también en su familia.

El amor y la complicidad 

La complicidad con su esposa Ceci Murillo de Abedrop es evidente. Presente durante la entrevista y clave en la agenda de su marido, es la encargada de la imagen de la marca.

“Llevamos más de 15 años casados”, dijo con una sonrisa cálida. “Ella me ha acompañado desde el principio, aunque al principio no sabía nada de vino. Hoy es sommelier con dos niveles estudiados y la WSET”.

Trabajan en equipo: “Ella me apoya en calidad y marketing, y participa en la vendimia y poda para entender todo desde la tierra. Es fundamental su amor y respeto al trabajo que aquí se hace”.

Tiempo libre y tradiciones.

“¿Qué haces cuando no estás trabajando?”, pregunté, buscando conocer al hombre fuera del viñedo.

“Soy muy activo, me gusta el béisbol, soy fan de los Dodgers, y también disfruto el fútbol americano. Nos gusta viajar para enriquecer nuestra cultura del vino, aunque a mi esposa le cansa un poco más”, contó con humor.

También, mencionó que su hija Sofía forma parte de esta historia familiar, que une tierra, vino y tradiciones cultivadas con sentido y amor.

El Cabernet de Hacienda Florida: un vino con alma

Antes de despedirnos, pregunté por su vino favorito. Sin dudarlo, Salomón eligió el Cabernet Sauvignon. “Es un vino que representa todo lo que somos aquí: estructura, profundidad, personalidad. Es la expresión de nuestro terroir, nuestra tierra y clima, y el corazón de Hacienda Florida.”

Al tomar el último sorbo, quedó claro que detrás de cada botella hay un hombre con cepa de corazón, que entiende que el vino es más que bebida: es cultura, esfuerzo, familia y futuro.

PLAYERS MUST

Restaurante favorito: La Casa del Caballo en Saltillo
Platillo que recomiendan: Hay un corte que se llama “El especial”, ese en término medio.
Destino favorito: Londres.

+DESTACADO

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